Pasar imágenes de la pantalla de nuestro laptop al papel nos puede dar complicaciones y en ocasiones nos hacen dudar hasta conseguir la impresión perfecta. La gestión del color es el proceso que minimiza la pérdida de información de los colores de la imagen desde su captura hasta el formato final, es importante saber que los colores luz del monitor y los colores tinta sobre una superficie física tienen naturalezas distintas, por este motivo la gestión puede minimizar, pero nunca lograr la perfecta concordancia.
Colores oscuros. Es importante calibrar nuestro monitor, para que los colores que vemos en pantalla, no se vean distintos en otro PC o al imprimir. Es conveniente realizar esta calibración con cierta regularidad, ya que los ajustes se distorsionan con el tiempo.
Espacio color. Cuando se genera un documento, se le otorga un espacio de color. Los espacios de color grandes producen mejores resultados en edición de imágenes, pero su representación en dispositivos de gama cromática estrecha puede producir un efecto llamado «posterización». En cambio en un espacio pequeño para una impresión de calidad puede producir pérdidas de riqueza cromática o recortes de color.
Profundidad de color. Es un término que no gusta a muchos. Bit es la unidad básica de computación, cuando agrupamos 8 bits conseguimos gran cantidad de tonos intermedios. Si tenemos en cuenta que cada pixel está interpolado con los datos de 3 fotodiodos, podemos calcular que existen millones de colores posibles para una imagen de 8 bits, parece suficiente pero se produce un degradado denominado banding: saltos perceptibles entre valores tonales, y para notar esta diferencia lo visualizaremos cuando la imagen esté impresa en papel.
Perfiles ICC. Cada aparato entiende el color de diferente forma, para esto se inventó los perfiles de color que vienen a ser códigos de traducción para unificar.
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